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Una característica inherente de los humanos es la tendencia a agrupar objetos o seres que tienen características similares. El hombre primitivo, por ejemplo, ya distribuía los seres vivos en dos grupos: comestibles y no comestibles.
La distribución de objetos o seres en grupos de acuerdo con sus similitudes y diferencias es lo que se llama clasificación.
La rama de la biología que se ocupa de la descripción, nomenclatura y clasificación de los seres vivos se llama sistemática o taxonomía
El intento de sistematizar el mundo vivo es muy antiguo y los criterios empleados por los naturalistas varían ampliamente. Algunos los clasificaron como voladores y no voladores, según la locomoción; otros los clasificaron como acuáticos, aéreos y terrestres, en función del hábitat.
Estos sistemas de clasificación que utilizan criterios arbitrarios se denominan sistemas artificiales. No reflejan las similitudes y diferencias fundamentales entre los seres vivos.
Actualmente, los sistemas de clasificación consideran un conjunto de caracteres relevantes, que permiten verificar las relaciones evolutivas de parentesco y establecer la filogenia de los diferentes grupos, es decir, establecer las principales líneas de evolución de estos grupos. Son conocidos por sistemas naturales, porque ordenan naturalmente a los organismos, con el objetivo de establecer las relaciones evolutivas de parentesco entre ellos.
Árbol filogenético de los seres vivos.
Así, dentro de las características evolutivas, cuando hablamos de animales y plantas, por ejemplo, podemos usar como criterio de clasificación el tipo de nutrición: los animales son seres heterotróficos; plantas autótrofas. Cuando consideramos bacterias y animales, podemos usar como criterio para clasificar el número y tipo de células: las bacterias son unicelulares y procariotas; Los animales son multicelulares y eucariotas.